
Así, cuando carecemos de
alguno de esos utensilios de los que tanto dependemos, sobreviene la turbación,
la parálisis, el shock.
Pongamos como ejemplo la
situación en que se presenta la necesidad de anunciar nuestra presencia al
eventual habitante de una vivienda y su puerta de acceso carece de pulsador,
también conocido como botón, del timbre o el mismo se encuentra cubierto con un
papelito, cartón o cartulina en donde , escrita con birome, reza la leyenda “no funciona”.
La solución a este problema,
curiosamente, precede al invento mismo del timbre o campanilla eléctrica. Fue
en la Francia de los Luises donde el Marqués de Nigaud estableció que no era de
caballeros golpear la aldaba para anunciarse y en su famosa obra Je suis ici ( Aquí estoy), establece que: “ Ha de colocarse el caballero a tres pies
de distancia de la puerta, de frente a
esta, levantará el brazo formando una “L” invertida, cerrará el puño y con los nudillos de los dedos índice y mayor
dará una sucesión de golpes mayor de dos y menor que cinco, siendo tres la
cantidad optima. Es de suma importancia que dichos golpes se efectúen solo
moviendo la muñeca, manteniendo el
antebrazo estático” ( Aquí estoy; pag:345 Editorial La Matraca; Madrid 1845
). En otro párrafo, Nigaud establece taxativamente que la intensidad de los
golpes, esto es, el sonido que produce el choque del puño con la madera de la
puerta ( por aquellos días las puertas de las residencias eran de ese
material), deberá ser lo suficientemente intenso como para ser escuchado, sin
llegar a alarmar al ocupante del inmueble. “Nunca
se olvidará que el objetivo, es anunciar nuestra presencia con glamour “ (Aquí estoy; pag:763 ).
La técnica de Nigaud
rápidamente se esparció por toda Europa ( hubo un zapatero inglés, David Brokenshoe,
que se atribuyó el método, generando apasionadas polémicas) y llega a Rusia en
los inicios del siglo XIX, en medio de un generalizado fervor nacionalista. Fue
allí donde Nikita Sobakov encabezó una corriente que postulaba que el método de
Nigaud era afeminado y decadente.
El gran mérito de Sobakov es
haber extendido y democratizado el hecho de anunciarse ya que, al contrario de
Nigaud, que circunscribía su forma a las clases altas, Sobakov recorría la
campaña enseñando a campesinos y Señores; “esto
sirve tanto para la dacha como para la residencia señorial”, solía decir y
su prédica fue fundamentalmente oral y práctica por lo que sus postulados nos
llegan a través de Juri Limurenko, su discípulo.
“ El llamado ha de ser varonil y decidido. Te situarás
con tus piernas abiertas a un ancho de hombros y los pies paralelos y en un
ángulo de 30 grados respecto de la puerta. Levantarás el brazo en ángulo y con
los nudillos de los dedos menores ( meñique, anular y mayor..NdelT ), darás
cuatro enérgicos golpes y esperarás.” (
Sobakov, mi maestro; Juri Limurenko Ed Katyusha, Moscú 1870, pág. 123 )
Como vemos, Sobakov utilizaba
la fuerza combinada, tanto de los músculos largos de los brazos, como la fuerte
musculatura del torso.
Mas allá de las ventajas de
uno u otro método, ambos olvidados bajo el peso de la tecnología, hoy podemos
rescatar lo mejor de ambos y tal vez, ¿Por qué no?, combinar la sutileza de Nigaud con la recia
determinación de Sobakov. Porque anunciarnos es algo que nos representa,
actitud desdeñada en los 60 del siglo pasado, cuando hubo todo un movimiento
que golpeaba las puertas con una sucesión de 5 golpes , seguida de otros dos (
esta secuencia, originalmente fue una burla, un insulto entre el gremio de telegrafistas)
y por suerte dicha práctica fue abandonada, aunque aún la suelen utilizar
algunos chistosos de poca monta.
Hasta aquí, hemos ofrecido
una síntesis de los principales métodos para anunciarse frente a la carencia de
timbre, siempre en inmuebles en donde la puerta de acceso, está relativamente
cerca de la vivienda; para el caso de tener que hacerlo en zonas de quintas o
de chacras, hay otros métodos que exceden los alcances de esta guía.