Por Daniel Miguel Forte.
Debí haber tomado un taxi, acá son baratos; pero tantas
indicaciones me dieron que no abordara taxis en la calle porque son inseguros
que decidí hacer caso, y este calor, tan propio de México me está disolviendo.
Quince largas cuadras separan mi osamenta del museo, pero
conocer la casa de Trotsky bien vale la caminata bajo este sol incompasivo;
bebo un largo trago de agua mineral, el agua corriente también la tengo
prohibida, por la salmonella dicen.
Esta calle, recta como una regla era de tierra la última vez
que la vi. Coyoacán, apenas un suburbio apartado del Distrito Federal es ahora
parte integrada al Gran DF en donde hasta se puede llegar en metro, pero ¿qué digo?, nunca estuve
aquí ni en ningún otro lugar fuera de Argentina; ¡es este calor mexicano que me
está haciendo delirar! y aún faltan unas cuantas cuadras bajo este sol, ¿quién
dijo que llovería?, ¿a que especie de imbécil se le ocurre hacer caso al
pronóstico del tiempo y vestir
impermeable en un día como este?.
Me pregunto que diría el joven que fui alguna vez, con las
certezas inamovibles y aquel idealismo stalinista que mamé desde la cuna,
viéndome ahora emocionado caminar hacia el lugar que fue la última morada del
gran revolucionario, porque ahora es el admirado gran revolucionario, el mismo que antes era el pérfido Judas
antibolchevique.
Sin quererlo, un entrañable amigo tocó una fibra muy
sensible, algo que llevo adentro y nunca me atreví a confesármelo, fue como una
aguja en el nervio inflamado, - no te hagas tanto el trosko, que vos hubieras
matado por el Partido -, - si -,
respondí, -pero la orden me hubieras dado vos -. ¿Porque tengo que torturarme
por algo que jamás pasó?, ¿qué me lleva a sentir culpa por una potencialidad
sin concreción?
Una gran causa requiere
sacrificios, entrega, abnegación. Es difícil esto que le pedimos, y lo hacemos
en la certeza de que sabrá cumplir con su deber.
¿Y eso?, ¿de donde
salió esta reflexión tan estúpida como obvia?, ¡claro que una gran causa impone
grandes sacrificios!, pero ¿quién determina en lo concreto si ese sacrificio
corresponde a una gran causa?, ¿cuántas porquerías se han hecho en nombre de
las grandes causas?
Pero, ¿la calle no
estaba asfaltada?, ni me di cuenta cuando empezó la tierra, el polvo de ese
auto me lo hizo sentir; raro, acá no vi autos tan viejos, debe ser de colección
porque esta impecable. Estoy temblando, ansioso; tengo miedo. Es la emoción,
no, la emoción no atemoriza, algo extraño está pasando y no se que es.
Un poco mas de
agua, porque el golpe de calor no es cosa de bromas; se empieza a delirar como
creo que lo estoy haciendo y sin darte cuenta pasas para el otro lado sin mas
trámite; ¿la botella era de vidrio?, era de plástico, bueno, ahora no se.
El museo ¡por fin!,
pero ¿cerrado?, no, hay gente dentro.
- ¡Hola
Jack!
¿Jack?, pero, ¿qué
pasa?
- ¿Es este el museo?
- ¿De
impermeable?
- Y,
tú sabes como es el clima de México.
- ¡Yo no dije eso!, pregunté por el museo
¡No!, ¡no esta
ocurriendo!, esto es una pesadilla, no puede estar pasando: debo estar desmayado
en la calle por el calor, ¡que alguien me ayude!, pero, es demasiado real para
ser una alucinación.
- Estas
pálido Jack, ¿te sientes bien?
- ¡No soy Jack!
- Es
el estómago, algo que comí
- ¿Silvia?
- Bien,
de viaje
- ¿Vienes
a ver al viejo?
- ¡Si!, con la excusa de discutir una nota
- Si,
quiero que Lev corrija una nota que escribí
- Voy
a avisar que estás aquí
Es el calor,
¡seguro que es el calor!, esto no puede estar pasando, pero lo vivo con tanta
claridad, ¿Y si intento comunicarme?, ¿si le digo?, tal vez me escuche en su
interior como la voz de su conciencia, porque tiene conciencia, el no es un
mercenario, no hizo lo que hizo; o va a hacer lo que va a hacer por dinero, ¡el
está convencido!, pero ¿se puede cambiar la historia?, ¿estaré condenado a ser un
inesperado espectador sin poder actuar?, ¿Por qué?
- No se como estoy acá, pero estoy. ¡No lo
hagas!, te han engañado Ramón, ya ves, se tu verdadero nombre, y tu apellido;
Mercader, y también se que su grito te acompañará hasta el fin de tus días, ¡te
vas a arrepentir!, estás a tiempo, ¡no lo hagas!.
- Debo tranquilizarme o despertaré sospechas, estoy
muy nervioso, alucino
- ¡No es una alucinación, en todo caso será MI
alucinación, porque no se como esto está pasando, ¡pero está pasando Ramón!,
creéme!
- ¡Oh,
amigo Jack!, ¿Cómo está?
- ¡Bien,
León Davidovich!, un poco cansado.
- Se
le nota hombre, tiene muy mal semblante.
- Ramón, ¡no lo hagas!.
- Estoy enloqueciendo, ¡escucho voces!
- Si fueran tus voces hablarían con tu acento,
el mío es distinto, ¿te das cuenta?
- ¿Será Posible?
- Yo tampoco puedo creerlo Ramón,
- ¿Quién eres?
- Eso no importa, decirte quien soy y a que
vine a México solo complicaría las cosas, pero te diré que sé lo que vas a
hacer, debajo de tu impermeable llevás un piolet de geólogo y una pistola, la GPU te ordenó matarlo, pero
eso no está bien Ramón, él no es enemigo de la revolución, ¡la misma revolución
en la que vos creés!.
- La revolución es el Partido, es Stalin
- Ramón, quiero que me escuchés y razonemos
juntos, ¿alguna vez Lenin mandó asesinar a compañeros?
- ¡Eso no tiene nada que ver!, igualmente, no tengo
alternativa, tienen a mi madre.
- ¡Mentira!, tu madre es un cuadro Stalinista
y bastante fanática, no podés engañarme, tu presente lo conozco por los libros
de historia.
- ¿Y que dicen esos libros de mi?, ¿van a matarme
después de que lo haga?
- ¡Peor Ramón!, pasarás veinte años en
prisión, veinte años, y en tu lecho de muerte le confesarás a un amigo que el
grito de Trotsky, cuando lo golpeaste con el piolet, te acompañó toda tu vida,
hasta el instante mismo de tu muerte. ¿Es eso lo que querés?
- ¡No!, tienes razón, debo irme
- ¿Recién
llega y se va Jack?, ¿No venía a verme?
- ¿Perdón?
- Acaba
de decir, -debo irme-
- Ah,
no, pensaba en vos alta Lev
- ¿Y
en que pensaba amigo mío?
- En
la fuerza del destino
- ¡En
menudo dilema filosófico se ha metido!, le diré mi opinión, si le interesa, de
una manera sintética. El destino lo forjamos nosotros mismos. Pero veamos,
¿vino a verme para hablar del destino?
- ¡No!, viene a matarte, ¡vamos Ramón, andáte
de acá!
- ¿Se
acuerda la nota de la que le hablé?, aquí la traje, me gustaría que la lea y me
de su opinión.
- ¡¡No lo dejen solo con él, va a matarlo!!
- Pase
por favor, vamos al despacho
- Ramón, estás a tiempo, ¡no lo hagas!
- Ya es tarde, el viejo se equivoca, a veces el
destino nos atrapa y es imposible ir contra sus designios.