El amor en los años de plomo.
En la obra
“Sinué, el egipcio”, el protagonista, muy joven, se encuentra con una
prostituta de muy alto nivel y le ofrece para estar con ella, un collar que le
había obsequiado el Faraón; al mismo tiempo le confiesa que jamás había estado
con una mujer.
Aquella
prostituta le dice que no era necesario, que lo haría gratis, ¿por qué?...porque
hay algo que un hombre le entrega a una mujer solo una vez en la vida, y es su
inocencia.
Ella y yo
militábamos en la FJC, la “Fede”, en el Sector secundarios de Barracas, la vi
por primera vez en el 73 (del siglo pasado)…y me enamoré.
Si hay algo
que caracterizó a mi generación, los que en los 70´éramos adolescentes, es la
pasión y la entrega total; el que hacía política lo hacía a pleno motor, lo
mismo que el que hacía música, poesía, o deporte; nos entregábamos a full con
esa “polenta” propia de la juventud.
Ella, con la
pasión descripta ocupaba todo mi universo y formamos, con otros chicos y
chicas, un grupo de amigos más cercanos que la propia relación militante;
conocí a su padre, un obrero metalúrgico simpatizante del PC, a su hermana
mayor, activa militante del PRT-ERP y a su madre…su madre; una mujer que
rondaba los cuarenta, modista de profesión que compraba la revista “Claudia” y
que sus máximos anhelos eran las cotidianeidades de ejercer su oficio viendo
crecer a sus dos nenas, queriendo que estudien y que sean felices, pero…”no
siempre sale la trenza a gusto del trenzador”, la Historia irrumpió en su vida,
le puso un pañuelo blanco en la cabeza y pulverizó todos sus sueños y sus
cotidianos anhelos. Hoy, es “Ciudadana Ilustre” de la Pcia de Buenos Aires y la
esquina de la casa donde vivía la familia, lleva el nombre de su hija mayor, la
que nunca apareció. Pero esa es otra historia.
Todo el mundo
sabía de mis sentimientos, ella también lo sabía aunque nunca me había atrevido
a decírselo; mientras tanto éramos “amigos”. “Te quiero mucho como amigo” es la
frase más cruel desarrollada por la humanidad ya que al enamorado/a lo ubica en
una vía paralela, cercana pero inalcanzable. Así llegó el año 75’, el preámbulo
de la gran masacre se sintetizaba en tres letras “A”, en ese año, la triple A
peronista asesinó a muchos activistas, entre ellos a Graciela Pane, cuñada de
una de las chicas del grupo. La secuestraron y estuvimos toda la noche
buscándola por hospitales y comisarías, hasta que nos llegó la noticia de que
había sido hallada en Ezeiza, muerta por partida doble ya que estaba embarazada.
Aún recuerdo como su cuñada, Norma, en la azotea del Comité Provincial del PC
me dijo llorando -mirá ese sol Daniel,
ella ya no lo volverá a ver -.
Fue en ese año
75´ cuando la “Fede” me encomendó tareas en una comisión del Comité de
Secundarios de Capital, lo que significaba que ya no militaríamos juntos y
entonces, vaya uno a saber por qué extraño mecanismo, ella, después de mi
última reunión me tomó de un brazo y me dijo
-no quiero que te vayas -, entonces, la acompañé a su casa, allá en
Remedios de Escalada. En todo el viaje no me animé a decirle nada.
Cuando
llegamos a la casa, la madre, muy preocupada le dice que hace días que no sabe
nada de la hermana y allí ella dijo de ir a lo del novio y yo, ¡obvio!, la
acompañé. La hermana estaba en lo de su novio, ella la abrazó y después la
puteó por irresponsable.
Ella me
acompañó a la parada del colectivo que estaba a metros de su casa, allí me
animé y ella dijo si, entonces la besé, aunque solo apoyé mis labios en los
suyos. Yo, a mis dieciséis años no sabía besar.
Volví
caminando, ya de madrugada, hacia la Estación Lanús, iba en el aire, nunca fui
tan feliz como en aquella caminata.
La pareja duró
un par de meses, habíamos terminado la secundaria y nuevos desafíos se nos
presentaban. Nunca más la volví a ver.
El tiempo
pasó, otras mujeres aparecieron en mi vida que me amaron y amé con igual o más
intensidad, pero de una forma distinta. Porque es cierto el postulado de Sinué,
la inocencia, la entrega abierta y total, el hombre la entrega una sola vez en
la vida.
Daniel M Forte
01/12/19