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lunes, 1 de agosto de 2022

NICHELLE NICHOLS

 

IN MEMORIAM.

Por Daniel M Forte

01/08/2022


El sábado 31 de agosto, partió de viaje la actriz Nichelle Nichols, famosa por su papel de la teniente Uhura en la serie original Star Trek, o Viaje a las Estrellas, como aquí se la conoció.

Fue actriz, cantante y escritora y comenzó su carrera a los 16 años cantando con Duke Ellington y con Lionel Hampton. Su papel en Star Trek  significó la novedad de ser la primera actriz de color en tener un rol preponderante; dado el poco éxito de la primera temporada, su intención fue abandonarla y dedicarse al teatro, pero Martin Luther King Jr. la convenció de seguir, marcándole la importancia histórica de su papel; y fue en ese papel donde protagonizó junto a Williams Shatner, el Capitan Kirk, el primer beso interracial de la televisión estadounidense. Luego de finalizada la serie, participó en seis películas más de Star Trek y otros films. En el teatro,  fue nominada en dos ocasiones al Sarah Siddons Award como Mejor Actriz, por sus actuaciones en "Kicks and Company" y "The Blacks" y fue aclamada por la crítica por su interpretación en "Horrowitz and Mrs. Washington" protagonizando además "Reflections" en el Westwood Playhouse, un espectáculo estilo cabaret en el que Nichols responde a sus influencias más destacadas interpretando a legendarias artistas femeninas.

 Nichols publicó su autobiografía Beyond Uhura: Star Trek and Other Memoirs en 1994 y la novela de ciencia ficción Saturday's Child, que fue un éxito entre sus fans.

Recibió el premio NASA Public Service Award por sus esfuerzos en reclutar minorías para el estudio del espacio y trabajó en el Broad of Governors of the National Space Society y como miembro del Advisory Board of the International Space Camp.  

¡¡Hasta siempre, querida teniente  Nyota Uhura!!                                                                                                                  

lunes, 13 de junio de 2022

EL LENGUAJE EXCLUYENTE


Por: Jorge Altamira
13/06/2022
Fuente: Política Obrera

La importancia del lenguaje en la enseñanza no necesita explicaciones. El lenguaje no es solamente el medio de comunicación por excelencia, sino el método mismo del pensamiento. El desarrollo de la ciencia, en su sentido más abarcador, requiere de un lenguaje preciso. El esfuerzo inmenso de los mayores filósofos de la historia por el rigor de la expresión no ha obedecido a un interés de estilo, sino a la necesidad de desplegar las determinaciones del movimiento de la realidad y al desarrollo de categorías concretas.

 

El llamado lenguaje inclusivo no ha prosperado en la sociedad, al menos por ahora. Sigue siendo una ‘creación’, si se la puede llamar de este modo, desde arriba. Responde a una tendencia ideológica definida, que imagina la posibilidad de superar la desigualdad social entre géneros mediante el cambio de los enunciados. Es, en realidad, una tentativa de evitar que el ascenso del movimiento de la mujer se oriente hacia el socialismo. La crítica totalizante de Marx a Hegel y a los jóvenes hegelianos ha consistido, precisamente, en denunciar que el sistema de contradicciones de esta poderosa corriente de la filosofía concluía en un nuevo enunciado, no en una práctica subversiva. Por eso advirtió que el arma de la crítica, con toda su importancia, no puede superar a la crítica de las armas, o sea, de la acción revolucionaria de la clase obrera. El sistema identitario constituye una peligrosa recaída en el mundo de las identidades –negros-blancos, judíos y anti-judíos, peligro amarillo-sociedad occidental, hombres contra mujeres y viceversa-. No es casual que las grandes revoluciones sociales, en su auge, hayan abolido en la práctica todas estas ‘distinciones’.

 

El kirchnerismo y la izquierda democratizante impulsan con pasión el lenguaje inclusivo. Lo hacen, claro, desde arriba. Pero ni siquiera ellos lo utilizan –el discurso anti-peronista de Alberto Fernández en la Cumbre de Los Ángeles no contuvo ninguno de los jeroglíficos de la inclusividad, como tampoco el de su compañera de fórmula en Tecnópolis, cuando detonó la crisis del gasoducto. Los niños y los adolescentes, los principales protagonistas del cambio del lenguaje cotidiano, no han incluido a la inclusión en su acción transformadora cotidiana de la lengua. Tenemos la ‘onda’ para indagar sobre lo que ocurre, la ‘pálida’ para expresar fastidio con la ‘mala onda’, o el truchaje para calificar la inconducta social y personal, en especial, cuando se trata de políticos y financistas, pero no tenemos a ‘todes’ en esta universalidad. La imposición del lenguaje inclusivo, con el pretexto de la igualdad de géneros, es una acción típicamente excluyente.

 

El contenido riquísimo del lenguaje ha quedado de manifiesto, valga la paradoja, cuando la ministra de Educación porteña decidió “prohibir” el lenguaje inclusivo en las escuelas. El ‘furcio’, otra creación popular, de Soledad Acuña, tradujo la mentalidad represiva que anida en todo 'libertario'. Porque aunque la enseñanza no puede ejercerse con un lenguaje desconocido para niños y adolescentes sin producir enormes dificultades al educando, eso no significa que se deba coartar la libertad de su ejercicio. Hace siete décadas, el voseo con que los alumnos se trataban en la escuela aún seguía prohibido en la escritura y la redacción, en una duplicidad que imponía el orden legal a la vida social cotidiana, o sea, un chaleco de fuerza a la creatividad colectiva. El uso del lenguaje cotidiano en la enseñanza no significa que se deba prohibir ninguna variante por parte de los alumnos. El lenguaje se desarrolla a partir de la vida social y sólo cambia con ella. En el Río de la Plata hemos hecho mierda el castellano castizo como consecuencia de la evolución del lenguaje popular.

 

En la disputa sobre este asunto persiste la grieta interesada entre kirchneristas y sus secuaces, y el macrismo y los suyos. Estos intereses políticos y clasistas excluyen a la clase obrera. Es una disputa trucha. Con el cambio de la expresión proletario por trabajador el peronismo impuso una fuerte modificación del lenguaje, porque lo que distingue a un asalariado es que carece de toda otra propiedad fuera de su fuerza de trabajo. ¿Logró por eso abolir la lucha de clases? Los piquetes, las huelgas, las rebeliones de masas y la huelga general florecen más que nunca.


jueves, 2 de junio de 2022

ATACA KAMCHATKA

 

Por Daniel M Forte

01/06/2022

 

¿Puede una persona feliz escribir poesía?; indudablemente.

¿Puede una persona feliz escribir buena poesía?; nada se lo impide… y sin embargo, la realidad pareciera decirnos que la buena poesía, es siempre hija del dolor.

En Ataca Kamchatka, Mirtha Caré  Sin pensar se internó en tierras de hielo y fuego de las que ni siquiera sabía el nombre y las transitó con cronológico talento en ese año diecinueve en donde su dolor personal fungió de preámbulo a la gran tragedia que acechaba a la humanidad, mientras soñaba que Tal vez mañana sea mejor.

Son cuarenta y ocho poemas y es un viaje en donde El aire huele a tristeza y Los cuerpos satisfechos, vencidos dejan de explorarse, hasta que Se quiebra la noche, de un golpe.

Así, Con borrascas dentro de los huesos Mirtha Se dejó guiar por el bálsamo de las flores y parió esta obra; Nunca se sabrá cómo llegó a esos parajes alejados de todo.

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Mirta Caré

Nació en la Provincia de Buenos Aires en 1970.

Es periodista y correctora de textos. Durante casi diez años, fue productora y columnista de Qu, revista de literatura y arte. Hoy está a cargo de la sección “Libros con Eme” del medio periodístico El Café Diario, donde también firma reportajes y artículos de actualidad. Además colabora con Burak, espacio cultural independiente, y es cofundadora del estudio de corrección de textos agua ardiente. Si bien la lectura la acompaña desde niña, la poesía le llegó de grande y de a poco. Tiene poemas publicados en Argentina y España. Ataca Kamchatka – cuarenta y ocho poemas y un viaje es su primer poemario editado.



miércoles, 23 de febrero de 2022

GORKA USPUDURRU , El vasco olvidado.

Por: Daniel M Forte

23/02/2022 

En la aldea de Araba, un 5 de setiembre de 1902 nace Gorka Obdulio Uspudurru, único hijo de Imanol, un librero que al enviudar tempranamente, se muda a Bilbao.

 Ya desde niño, Gorka muestra su carácter rebelde y apasionado, volcando toda su atención hacia las letras. A sus veinticinco años, convence a su padre para editar su primer poemario “Letanías de Euskadi” y el mismo es un rotundo éxito no solo en el país vasco, sino en toda España, lo que lo lleva a mudarse a Madrid – con lo puesto- , narrará más tarde en su autobiografía.

La capital  vivía tiempos tormentosos en lo político y en lo cultural; Rafael Alberti, quién quedara maravillado por sus letanías, lo introduce en el mundillo literario de Madrid donde se codea con la flor y nata de las letras españolas, hecho que no estuvo exento de contrariedades debido a su carácter áspero y su lenguaje irreverente; es muy recordado el episodio ocurrido en un tablao, cuando visiblemente bebido, pidió silencio y señalando a Federico García Lorca le dijo  – Brindo por ti, el marica que mejor ha entendido el alma del pueblo español, por tus enormes alas y por tu culo roto -.

En 1935, conoce a Buenaventura Durruti y se enamora del anarquismo; sus encendidos poemas aparecen en Solidaridad Obrera, La Protesta y otras muchas publicaciones libertarias.

 Txokos de Euskal Herria

donde reina la pernada

patronal y asesina

el labriego verá el día

con cojones en la sangre

y vengará tanta afrenta

con pendones rojinegros

que anunciarán la alborada.

 Al estallar la guerra civil, no duda en enrolarse en las milicias de la CNT, combatiendo en diversos frentes y alcanzando el grado de Capitán. Fue en la batalla de Guadalajara donde recibe un balazo en la pierna izquierda dejándolo para siempre con una leve renguera. Cuando la victoria falangista era inevitable, no obstante sus limitaciones motrices, cruzó a pie Los Pirineos y tras unos meses en un campo de refugiados, marchó a Paris.

En la ciudad luz conoció a Picasso y descubrió su vocación por la pintura, arte que estudió con la obsesión y el apasionamiento tan propios de él y muy pronto deslumbró al público parisino exponiendo doce cuadros (que están perdidos) en la Galerie Perrotin en donde presentó sus dos estilos característicos, el Cubismo Helicoidal y el Neocubismo Parabólico (1). Después de esta experiencia, solo volvió a pintar un cuadro.

Al acercarse las tropas alemanas a París, junto a algunos compañeros y amigos, huye a Marsella en donde aborda un carguero soviético, desembarcando en Múrmansk dieciséis días después; de allí pasa a Leningrado, ciudad en donde vivirá por breve tiempo hasta mudarse a Moscú, en donde es recibido por la intelligentsia rusa. Es en esta ciudad donde conoce a Ilya Eremburg con quién trabará una amistad que durará por el resto de su vida. Tras pasar dos años en la capital soviética y al ser rechazado como voluntario en el Ejército Rojo por su lesión en la pierna, a instancias de Eremburg, consigue ser contratado como corresponsal del periódico Izvestia (noticias) en China.

En los meses de espera para su viaje aprende el chino mandarín y a mediados del año 43, a bordo de un avión soviético de abastecimiento, llega a la zona de Shaanxi en donde los comunistas dirigidos por Mao Zedong habían establecido la República Soviética de China; sus experiencias las vuelca en el poemario Un vasco en Catay, publicado por partes en Izvestia y luego en forma de libro en Moscú y reeditado en España en 1996.

 Un vasco rengo y encorvado

pisa las piedras de Catay

con oblicuas miradas amarillas

que se cuelgan de su espalda

que lo acechan.

que palmean sus hombros

que le dicen

¡Tóngzhì! (2)

 En la zona controlada por las armas comunistas toma contacto con la situación, entrevistándose en varias oportunidades con Mao y otros dirigentes como Lin-Piao, Po-kú, Chou-en-Lai y Vam-min; este último, gravemente enfermo, lo pone al tanto, confidencialmente, de las divergencias existentes entre el PC chino y el PC ruso.

Uspudurru no solo palpa la realidad entrevistándose con las altas esferas del Partido sino que recorre casi todas las zonas, principalmente los frentes de combate, habla con combatientes, trabajadores políticos, simples campesinos y comandantes. Allí es donde se entera del Chen-Fen, una campaña iniciada poco antes de su llegada para la purificación ideológica del Partido; espantado escribe a su amigo Ilya Eremburg  – Amigo mío, esto es la locura llevada al paroxismo, ayer me enteré que sancionaron a una joven militante por haberse puesto un vestido occidental; la hicieron comparecer ante su célula, reconocer sus “errores” y prometer que iba a quemar ese atuendo – (Memorias de un combatiente vasco, Editorial Aldaba, Madrid 1996, pág. 65). Esta realidad lo sume en una profunda depresión debida a que su participación política estaba condicionada por su calidad de periodista y representante de una publicación soviética; sus convicciones anarquistas se daban de patadas con el férreo monolitismo de los partidos comunistas y en especial con el chino, no obstante, acompañó al 8º Ejército de Ruta y con él entro a Pekín en 1949.

Consolidado el poder revolucionario, obtiene un puesto en el Comisariato Para la Cultura y dicta clases de literatura española en la Universidad Obrera de Pekín hasta los años 60´, que es cuando comienza la autoproclamada Gran Revolución Cultural, una maniobra de Mao para purgar a la vieja guardia opositora.

En un clima político enrarecido, al caer en desgracia Deng Xiaoping, quien lo había llevado al Comisariato para la Cultura, se le pide que abandone China; Uspudurru recurre nuevamente a su amigo Ilya Eremburg quién lo contrata nuevamente como corresponsal de Izvestia en Viet – Nam. Llega a Hanoi en 1968.

En tierras vietnamitas se aboca a su tarea con la misma pasión con la que lo hiciera en China; conoce a Ho Chi Minh y pinta su retrato que en la actualidad se encuentra expuesto en el Palacio de los Sindicatos en Ciudad Ho Chi Minh (ex Saigón),  realiza entrevistas tanto en el Norte como en el Sur y participa en la ofensiva del Tet, donde recibe dos impactos de bala en el vientre, hecho que casi le cuesta la vida.

En 1975, montado en un Tanque, entra con el Ejercito Popular en Saigón; ese mismo año, al enterarse de la muerte del Dictador Francisco Franco, con su salud quebrantada, decide volver  - Nire bihotzean beti taupadak izan ziren lur maitera (3) - .

En 1978 arriba a su pueblo natal donde es recibido como un héroe; el Ayuntamiento le regala una casa y le otorga una pensión y así fue como el 23 de febrero de 1981, al enterarse del intento de golpe de estado encabezado por el Coronel Antonio Tejero, pistola en mano, arenga en la Plaza Central de Araba a las multitudes y logra formar una improvisada milicia que en diversos vehículos, marcha sobre Madrid. Fue durante el trayecto que sufrió un infarto y falleció instantáneamente a sus 88 años.

Su casa, en Araba, hoy es el Museo Casa Gorka Uspudurru.

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 (1): En el número 26 de la revista Atril, dirigida por León Ferrari, el Profesor Luis Calarota analiza profundamente estos dos estilos y la nota es considerada el más completo estudio de los mismos, a tal

punto que Helmüt Pincelskein, en su breve visita a la Argentina, pidió hablar con Calarota, cosa que no ocurrió por hallarse éste internado en una clínica de rehabilitación para superar su adicción a la Heroína.

(2): Camarada.

(3): A la tierra amada que siempre palpitó en mi corazón.

 

BIBLIOGRAFÍA.

Letanías de Euskadi; Gorka Uspudurru, Edición del Autor, Madrid 1927

Solidaridad Obrera, números 23, 25, 34, 46

La Protesta, números 4, 12, 23

Memorias de un combatiente vasco, Gorka Uspudurru, Editorial Aldaba, Madrid 1996.

Cubismo Helicoidal y Neocubismo Parabólico; Luis Calarota, revista Atril Nº 25.

Pergaminos de Guerra; Norberto Glavinoviç (*); manuscrito no publicado.

(*): Voluntario Croata en el Nuevo 4º Ejército Chino; actuó como camillero y mensajero en motocicleta; plasmó sus experiencias en un diario personal; los chinos lo apodaron “Kuàilè he xiào de yèyīng” (Alegre y risueño ruiseñor).