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miércoles, 30 de noviembre de 2016

LA BICICLETA ROJA

Por Daniel M Forte

Todo iba bien.
Yo creía que iba bien; hasta que alguien le sacó las rueditas de los costados y, así de repente, se desarmó. Y ahí me quedé, en ese estado de perplejidad que precede a los grandes dolores. Siempre lo imprevisto pega mas fuerte.
Cuando ocurren cosas como estas, y uno se encuentra destrozado y vulnerable, aparecen como predadores atraídos por la sangre de un animal herido, los opinadores crónicos.
El primero fue Don Eduardo, quien sin que yo le pidiera opinión, miró los restos de mi bicicleta roja y de mal modo me echó la culpa; -te lo advertí-, me dijo señalándome con su dedo índice de viejo cagatinta; - ¡ No se puede pasar de los zapatos a la bici así como así !, los cambios deben ser graduales, acumulativos y armoniosos -. Dicho esto se fue sin dejarme responderle. Mejor, no tenía ganas de hacerlo.
Los cambios deben ser graduales.
¿Pero de que maldita manera un zapato se puede convertir en una bicicleta?, desde que tengo uso de razón que nos obligan a calzar estos zapatos de cuero con suela de plomo de dos centímetros de espesor; ¿nadie entiende que con ellos no se puede llegar muy lejos?.

- Yo creo que acá hubo sabotaje –

Sumergido en mi dolor no lo sentí llegar; Don José dijo esto atizándose el bigote y mirándome fijo. Si, claro, parece que no se acuerda cuando él y sus amigos se subían todos a la vez y usaban mi bicicleta para sus mandados; tanto peso debe haber aflojado todos los tornillos y ahora insinúa que el que la rompió fui yo ¡y a propósito!.
Respiré hondo para no mandarlo al carajo y salí de mi casa, decidí consultar a los que saben. Estaba determinado a arreglar mi querida bicicleta roja, les iba a demostrar a todos que en bicicleta se llega mas lejos, mas rápido y mejor y que no era necesario usar estos incómodos y pesados zapatos.
Así fue que llegué a la bicicletería de Don León, que desde que murió la atienden sus hijos, gente amable, solidaria y con muchos conocimientos. Empezaron por explicarme los fundamentos del manejo, la forma de tomar una curva, las técnicas de frenado, de como andar “sin manos” y muchas otras cosas que me maravillaron, pero ante mi pregunta de - ¿Cómo arreglo mi bicicleta roja? -, se pusieron a discutir entre ellos, y a medida que se acaloraban, empezaron a sacar viejas rencillas familiares. Cuando me fui, seguían discutiendo y pensé -¿será por eso que desde que el viejo León murió no han vendido una sola bicicleta? -.
Volviendo a casa, al pasar por la verdulería de Evo, siento que me llama y muy orgulloso me muestra sus zapatos. Los había adornado con plumas y pintado con colores chillones; por cierto, eran muy llamativos. - ¡Mira Daniel, esta es la bicicleta indoamericana!-, me dijo señalando sus coloridos zapatos. -Para mi son zapatos-, le dije en el mejor tono posible para no ofenderlo. – Oh, tu no entiendes las particularidades de la región, nuestras raíces, nuestra idiosincrasia, eres dogmático y esquemático, estás muy atado a la cultura europeizante - .
No le iba a contestar, ¿para que?, ya bastantes problemas tenía para enroscarme en discusiones terminológicas; pero no me aguanté.

- Tal vez Don Evo, pero se distinguir la diferencia entre un zapato y una bicicleta -

Seguí caminando.

- Escuché la conversación que tuviste con el verdulero -

Un tipo alto y medio pelirrojo caminaba al lado mío; vestía unas impecables y caras bermudas, camisa floreada y sus zapatos de plomo estaban enchapados en plata. Hablaba castellano con fluidez pero con un ligero acento extranjero.

- ¿Te llamas Daniel, verdad?, ¿puedo llamarte Dan?

- No; puede llamarme Daniel –

- Ok, Daniel. Entiendo que tu bicicleta colapsó; era de esperar, esos aparatos nunca funcionan. Lo único que ha demostrado funcionar es el zapato de plomo; es un lindo sueño eso de la bicicleta, pero es un sueño; es hora de que entiendas y madures –

- Mi tío Raúl tiene una bicicleta, está un poco oxidada, pero funciona.

Me miró con el gesto condescendiente de un maestro hacia su discípulo tonto.

- Tu tío Raúl está vendiéndome su bicicleta pieza por pieza, pronto será completamente mía y ya no habrá bicicletas en el mundo. Good bye Dan; regards!

¡ Me llamo Daniel !

Llegué a casa con las manos vacías y fui derechito al galpón donde yacían los pedazos de mi bici, allí encontré al tío Hugo. Simpático y bonachón, estuvo mas de tres horas hablándome, para terminar ( ¡por fin! ) diciendo:

- Esto es un verdadero desastre mi pana, pero toma, aquí tu viejo tío Hugo te trae la solución –

Me entregó una caja bastante pesada. Adentro había un par de zapatos pintados de rojo.

- ¿Te gusta?; es la bicicleta del siglo XXI. -

- Otra vez con lo mismo -, pensé; - ¡con razón se lleva tan bien con el verdulero!. Le di las gracias , no fuera cosa de que se pusiera a hablar de nuevo. Por suerte se fue.
Y aquí estoy, mirando mi bicicleta roja despiezada en el piso y pensando. No se si lograré armarla, pero lo voy a intentar, porque…….¡¡ah!!,  me parece que este tornillo va en aquella pieza.

Los dejo, hay una bici por ensamblar.

lunes, 21 de noviembre de 2016

QUÍMICA



Por : Ricardo Ortner



No se que hizo con el gato. No me dijo. Pero sus ojos. Sus ojos me revelaron que ya había iniciado el salto. ¿Cuánto tardaría en llegar a la otra orilla, la definitiva, la oscura?. Podía ser en los próximos segundos, en minutos, en algunas horas o días, pero ya estaba en pleno vuelo, sin posibilidad de retorno. No disimulaba la daga en la cintura, ni el estallido de una risa burlona que daba paso a la mirada torva o a la charla amena o vehemente con ese amigo que le susurraba los pasos a seguir, su futuro, nuestra condena. La química de su cerebro ya se estaba disolviendo, unos poco hilos que se deshilachaban rápidamente lo mantenían todavía, un poco, del lado de acá, pero un nuevo orden, otra visión del mundo se construía en su imaginario y el ya estaba ahí, instalado, solo algunos ladrillos faltaban por acomodar. Pensé rápido, mientras lo controlaba en su ir y venir, sin darle la espalda, pero sin mirarlo fijo. Ya cuando no me dijo qué hizo con el gato, yo sabía. Primero apuñale el amor infinito que sentía por él, después lo apuñalé. Paradoja, mi química sana y ordenada, se adelantó a su química desquiciada. No iba a dejar que cometiera una locura.

ACTO DEL FIT EN ATLANTA 19/11/16 (EL DÍA DESPUÉS)




Por: Daniel M Forte 

El acto que realizará el Frente de Izquierda en el estadio de Atlanta representa, objetivamente, una autocrítica política. El FIT estuvo ausente, en cuanto tal, del escenario político a todo lo largo de un año de transición excepcionalmente……….

De lo que se trata ahora es de saber si el demorado giro político que representa el acto del 19 es o no una corrección de este rumbo. La movilización por el éxito del acto debe hacerse con los ojos bien abiertos.
                                                                                                                             JORGE ALTAMIRA

No es fácil llenar un estadio como el de Atlanta; el FIT , movilizando a sus regionales de Capital y de distintas provincias lo logró. La misma convocatoria al acto, después de meses de inacción y hasta de rumores de quiebre, es un hecho auspicioso; ahora, a la luz de lo que se dijo en el acto, se deberá analizar si solo fue saludo a la bandera o realmente representa ese giro político del que habla Altamira en su artículo ¿A dónde va el Frente de Izquierda?.
De todas las intervenciones, solo tres son dignas de análisis; las de Giordano, Pitrola y Del Caño; las demás fueron lo que se esperaba, retórica, consignas generales para que aplauda la joven y entusiasta militancia y, no es dato menor, visualizar el importante avance de la izquierda revolucionaria en los distintos frentes de lucha. Muy emotivas intervenciones pero con un nulo aporte para superar las trabas y limitaciones del FIT.
Giordano, de I.S., tibiamente expresó la necesidad de unir a las fuerzas del FIT en los frentes y reivindicó al Frente Único; la primera propuesta concreta hasta ese momento del acto.
Fue Pitrola el que puso los puntos; “no hemos venido a ocultar nuestras diferencias”, y planteó la necesidad, en el marco del Frente Único, de unir fuerzas en todos los frentes y establecer bloques parlamentarios únicos del FIT, “que hoy no lo tenemos”.
La intervención de Del Caño fue sorprendente. Rica en retorica trillada, tibiamente nombró al Frente Único  ( a esta altura, ¿qué trotskista puede estar en desacuerdo? ) y se abstuvo de contestarle a Pitrola.
Por eso, la trascendencia del acto de Atlanta es por lo menos, dudosa, faltó por parte de las direcciones de los partidos miembros del FIT el anuncio de medidas concretas sobre todo la determinación de actuar COMO FRENTE, en agrupaciones únicas, en todos los terrenos de lucha y la unificación de los bloques del FIT en las legislaturas.

El acto de Atlanta deja mas dudas que certezas.