10/06/2019

La tesis de las ‘victorias oficialistas’ recupera el
hecho de que las estructuras sociales y políticas de muchas provincias ofrece
al gobierno de turno las ventajas de un estado fuertemente clientelar, tanto en
términos de asistencia social como de empleo público. Los gobernadores recurren
por este motivo al desdoblamiento de los comicios, que además les ofrece la
oportunidad de una gran movilización del aparato comunal y distrital que busca
renovar posiciones. Una estadística publicada por estos días muestra que
solamente la Ciudad y las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y
Mendoza, escapan de esta regla, con otras muchas en posiciones intermedias.
Esta tipología que algunos han denominado “feudal” tiene
la limitación, sin embargo, de que deja de lado la política del momento –
concretamente, el desarrollo de la enorme crisis económica y política. En 2017,
cuando el bombeo de capitales del exterior incentivó las posibilidades del
macrismo las elecciones de medio término, hubo un consenso en interpretar los
resultados en la mayor parte de las provincias como una adhesión al gobierno
nacional y por lo tanto como un valor agregado al triunfo del gobierno
nacional. Después de todo, habían aprovechado la ‘apertura de mercados’ para
endeudarse en el país y en el exterior, con la garantía de una mejora módica de
la coparticipación federal. El peronismo que triunfaba en varias provincias
integraba la coalición parlamentaria con el bloque de Cambiemos en el Congreso,
en oposición al kirchnerismo, cuya jefa era derrotada por Esteban Bullrich en
el territorio bonaerense.
Realineamiento y contradicciones
Las elecciones desdobladas que tienen lugar este año
parecen iguales pero son diferentes. El macrismo propiamente dicho se desploma
en todos lados, inclusive en Jujuy, donde ganó a costa de la pérdida de quince
puntos, o sea un 30% menos de votos. La coalición parlamentaria, aunque no está
rota, no es el eje del proceso político. Muchos de los ganadores del peronismo
se pronuncian ahora por una potencial adhesión a la fórmula F-F, cuando en
realidad habrían preferido el “ancho camino del medio” de los desnortados
Lavagna, Massa y Schiaretti. Los oficialismos provinciales han retenido su
posición debido a un giro oportunista que les ha sido impuesto por el derrumbe
económico y la crisis política. El domingo que viene se pondrá a prueba la
tesis de las ‘victorias oficialistas’ en Santa Fe, pues una victoria del ex
menemista Perotti (de la mano kirchnerista de Marìa Eugenia Bielsa), contra el
oficialismo ‘socialista’, dejaría en evidencia el predominio de la tendencia a
poner fin al gobierno macrista.
Es precisamente este escenario el que ha movido al
kirchnerismo a lanzar la operación Alberto Fernández, que intenta repetir con
Massa – para conjugar una alianza con los ex coaligados al macrismo y con
representantes de mayor confianza del capital financiero. CFK no solamente ha
dejado la candidatura a la Presidencia a un privatizador probado, sino que
procura una coalición con un personal de provincias, vinculado a las
oligarquías locales. La tesis de la “polarización” no se sostiene, salvo en
poquísimos casos, pues las victorias oficialistas fueron ‘unipolares’ - del
otro lado so hubieron oposiciones minoritarias. El desafío que presenta una
caracterización de las elecciones desdobladas es integrar sus resultados a la
crisis nacional, no perderse en una simplificación de causas institucionales o
sociológicas. Como observé en su momento acerca de la “profundización de la
crisis del proceso electoral”, la ‘grandiosa’ victoria de Schiaretti, en
Còrdoba, no abrió el paso a la ‘tercera vía’ - la cerró sin atenuantes.
El macrismo no se ha dado, sin embargo, por vencido.
Discierne, más allá de los contundentes resultados desfavorables, la
posibilidad de plegar al peronismo victorioso en las provincias, su aliado
hasta hace poco, para frenar al binomio F-F. A esto apunta la probable
‘ampliación’ de la fórmula macrista, incluidos algunos peronistas, en una
reminiscencia del monumento a Perón que hizo levantar Macri frente a la Aduana,
en el puerto, en 2015. Procura revolver en los contenedores de la ‘tercera
vía’, aplicando incluso la presión internacional. El bastonero de esta movida
es el senador Piccheto, que no dejar pasar entrevista sin destacar la necesidad
de que las elecciones no desairen a los aliados del exterior. El guardián de
los fueros de CFK, no se refiere sólo al FMI, sino por sobre todo a los
intereses ‘geopolíticos’ del imperialismo en América Latina. En efecto, los
llamados del brasileño Bolsonaro y del colombiano Duque a votar contra el
“populismo”, han oficializado el ingreso de las elecciones en Argentina a la
crisis internacional. Una operación similar se encuentra en marcha en Uruguay,
donde Bolsonaro ha ordenado el desmantelamiento de Petrobras y otras
inversiones de Brasil, en lo que se interpreta, en la otra orilla, como un
sabotaje al Frente Amplio. La oficialización de los acuerdos para instalar
telefonía G5, de la china Huawei, en Argentina y Uruguay, demuestra, al mismo
tiempo, que las contradicciones de la banda que comanda Trump, se caracterizan
por su explosividad.
El FIT y sus justificaciones
El desplome del voto al Frente de Izquierda, que destaqué
en forma oportuna en las elecciones de Córdoba, se ha repetido – en especial
por los resultados en las Paso de Mendoza y en las generales de Jujuy. Los que
“repudiaron” mi análisis de semanas atrás pontifican que estos retrocesos de
ahora constituyen una “advertencia”, sin pedir perdón por el plagio. El FIT
levantará los votos en las finales mendocinas, cuando se retiren los
contendientes que no superaron el piso proscriptivo del sistema. El 3.5% del
domingo pasado es, sin embargo, el resultado más bajo desde 2013, cuando el FIT
alcanzó un espectacular 7%, que sobrepasó luego en todas las elecciones
posteriores. En Jujuy, luego de conseguir un 18.3 % extraordinario en 2017, el
domingo pasado obtuvo el 3.5% de los votos, debajo del piso necesario para
ingresar legisladores. Las diferencias hacia abajo son abrumadoras.
La magnitud de estos retrocesos ha sido justificado ‘ex
post’, o sea luego de conocidos; un polemista del PTS, Guillermo Pistonesi, en
su respuesta a mi análisis sobre Córdoba, dijo que cada provincia era una
realidad distinta; por otro lado, el porcentaje del retroceso, en Jujuy,
Mendoza y Córdoba, es extraordinario. Una justificación para semejante derrumbe
no podría ser la “polarización”. La otra sería el “conservadorismo” de los
trabajadores, lo cual anula a la polarización en tanto causa. La
“polarización”, dicha así nomás, es una falacia, porque siempre que los otros
sacan más uno mismo saca menos – y viceversa, claro. El FIT enfrentó con éxito
otras ‘polarizaciones’ en ocho años y medio de existencia. Tanto en Jujuy,
(peronismo dividido) como en Mendoza hubieron otras terceras opciones; en
Tucumán hubieron cinco, aunque las centenas de colectoras operan como un fraude
de todas ellas, contra la izquierda. La polarización es discutida en los medios
políticos con relación al balotaje.
La otra justificación, el conservadorismo de las masas,
es una tesis relativamente novedosa, que no fue esgrimida en las movilizaciones
de diciembre de 2017, de modo que si no es usada como una falacia adaptada a
esta votación, sería transitorio, que puede ser combatido, incluso en el corto
plazo. Dada la generalidad del concepto, el conservadorismo, a la hora de
votar, no alcanzaría solamente a la clase obrera afectada por el desempleo,
sino también a los movimientos de derechos humanos y de las mujeres, que se
encuentran por el contrario en plena ebullición, y a los movimientos de
desocupados, que se han movilizado sin cesar. La ‘polarización’ y el
‘conservadorismo’ pecan de “objetivismo”, o sea esquivan la crítica a la
política y a la actividad propia – de modo que sería insuperable o, como dije acerca
de Córdoba, “derrotista”.
Repito, entonces, una caracterización que ya hice: una
alternativa, en un proceso electoral o, en otro sentido, en un momento
decisivo, se construye antes, por medio de un trabajo político preparatorio –
un trabajo preparatorio en la clase obrera y una agitación entre todas las
clases sociales. Este trabajo exige una estrategia y un programa, no una
plataforma de reclamos electorales. Plantea explicar el proceso político a las
masas y ofrecer conclusiones políticas de conjunto. El FIT, en cambio, como
fuerza política militante no existe, sólo tiene aparición electoral – sigue
conservando un carácter oportunista, que lo desgasta.
Hasta octubre
Es necesario establecer una unidad política de acción,
sobre la base de un método y un programa. Antes que nada hay que explicar, por
medio de la propaganda y la agitación, que este proceso electoral es incapaz de
desembocar en una salida a la presente crisis económica y de régimen político,
porque está atado a todos los condicionamientos del capital en su conjunto y el
FMI. Que, en oposición a una salida en el actual régimen político, planteamos
una Constituyente Soberana, que aborde una salida integral de la crisis
mediante un plan económico votado y ejecutado por los trabajadores. En este
marco planteamos romper con el FMI y poner fin a la deuda financiera pública, e
impulsar la unidad política obrero-campesina de América Latina.
Es necesario advertir, asimismo, a los trabajadores, las
contradicciones políticas del proceso electoral, que incluyen la presión
política abierta de la burguesía mundial y, por otro lado, un carpetazo
judicial que puede demoler las elecciones mismas. Estas contradicciones pueden
desembocar en otro estallido económico antes de octubre, que golpeará todavía
más a los trabajadores. Para combatir esta perspectiva, planteamos Fuera Macri
y una Constituyente Soberana. En oposición, asimismo, a los intentos de convertir
a las elecciones en una tregua política social (anticipo del pacto social),
llamamos a impulsar un paro activo de 36 horas por todas las reivindicaciones
en juego, y en contra de la reforma previsional y laboral.
Es necesario, fundamentalmente, explotar las
contradicciones del kirchnerismo, que reivindica una oposición al “ajuste”, por
un lado y la fidelidad a los compromisos con capital financiero internacional,
por el otro, para desarrollar en la clase obrera y los trabajadores una
deliberación política clara y abierta que exponga esta contradicción, en
oposición al proselitismo puramente electoral. Es por medio de una deliberación
política mano a mano con los sectores más activos del pueblo que podremos
conquistar el voto para el Frente de Izquierda y, por sobre todo, reclutar a
sus hombres y mujeres más inquietos políticamente, para construir un partido
revolucionario.
El desplome electoral y el desgaste político del FIT son
la expresión de un retroceso de todos sus partidos, en términos de estrategia y
métodos políticos. La propaganda y la agitación de contenido socialista y de
contenido revolucionario han sido sustituidas por slogans y por la adaptación
electoral, incluso al movimentismo pluri-clasista. Enfrentamos una crisis
política. La exclusión de Marcelo Ramal, el mejor candidato para la Ciudad,
demostrado en su trayectoria, es una medida liquidacionista que solo puede
conspirar contra los esfuerzos para contrarrestar en la elección nacional los
resultados provinciales. Vetar a Marcelo Ramal, en el mismo momento en que se
busca cerrar acuerdos con Luis Zamora y Bodart, es una contradicción política
insuperable que está a la vista de cualquiera.