ME SORPRENDIÓ
Por Daniel M Forte
24/07/12
Finalista del concurso de relato breve " Osvaldo Soriano" 2015. Facultad de Periodismo de la
Universidad Nacional de La Plata.
Publicado en la antología PULSIONES I de Editorial Dunken.

Si, ese viejo me sorprendió.
Era un viejo común, como
todos los viejos, no se que detalle hizo que reparara en él hoy por la mañana,
¿sus ojos?, puede ser. Su mirada explicitaba esa ausencia melancólica que viene
con los años, una profunda indiferencia emanaba desde esas dos pupilas y
llegaba hasta mi para provocar la pregunta, la íntima pregunta de saber que
imágenes desgastaron a tal punto su mirada, que siluetas se quedaron presentes
en las retinas y en los recuerdos al punto de percibir que se escapaba hacia
ellas perdiéndose en el vacío. ¿Porque los viejos miran así?, ¿es acaso la
certeza del fin y su posterior aceptación la que los transporta hacia tanta
indiferencia?, ¿o la experiencia actúa encalleciendo el alma?
La suma aritmética de los
días vividos, lo que llamamos vida, con sus vivencias, sus alegrías, sus penas,
sus éxitos, sus fracasos, sus perdidas, y todas las ausencias añoradas, llenan
la memoria de una pesada carga que, paradójicamente, se percibe como vacío, un
gran vacío que los atornilla en el pasado, como si necesitaran de aquellos
fragmentos diminutos de existencia para soportar el peso de un presente sin
perspectiva.
Los viejos son indiferentes
porque habitan otro mundo, otra realidad, como aquellos mundos paralelos de Dirac;
cohabitan el presente pero son puro pasado en donde los huesos no dolían, el
corazón latía a plena potencia y soñar estaba permitido por la naturaleza.
Pero la realidad se impone,
siempre se impone y los eyecta de las tierras de la evocación en el instante en
que recuerdan a alguien y caen en la cuenta de que ya no está, como ese, o como
aquel otro; son muchos los que se fueron hace un rato nomás, ayer mismo, “hace un instante”, resulta ser décadas
que pasaron volando.
La vejez es el momento de la
vida en que vencen todas las facturas y hay que pagarlas, casi siempre con
dolor, con amargura, con abandono y hasta con desprecio; por eso los viejos se
juntan, como si necesitaran soportar colectivamente tanta pena individual; pero
algunos, tal vez con mas suerte pierden la lucidez y en su limbo personal ya no
sufren, o lo que es casi lo mismo, nadie percibe si sufren.
Ese viejo me sorprendió
porque en él vi toda la caducidad de la vida, sintetizada y contundente, áspera
como su piel injuriada por los años y arrugada por la existencia. No le dije
nada, no cruzamos palabra, ¿para que?, su sola presencia me lo decía todo,
allí, mirándome fijo y silencioso esta mañana.
Desde el espejo del
botiquín del baño.
Vamos Carajo!! Espero me sigas dando bola cuando estes entre las estrellas.
ResponderEliminarEl espejo es buen interlocutor para comprender, las miradas distantes y el silencio mudo, de los viejos, de las viejas.
ResponderEliminarVan entrando, lentamente / las sombras, como un sueño / la luz, como un grito.
Así es la vida Daniel, triste y jodida, para decirlo con rima, me gustó mucho tu relato, así son las cosas !!
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