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martes, 15 de septiembre de 2015

TODOS SOMOS UNOS HIJOS DE PUTA

TODOS SOMOS UNOS HIJOS DE PUTA
Por Daniel M Forte
14/09/15



Discriminación, Bulling, racismo y otras muchas conductas expulsivas, tienen mala prensa y son moralmente sancionadas por la sociedad y  por cualquier individuo que se considere medianamente civilizado; el hombre, bicho gregario si los hay, tiende a juntarse con sus pares y en su hélice genética, el concepto de pertenencia implica por sí misma la categoría de la exclusión; es como esas bacterias que habitan dormidas nuestro organismo; de darse las condiciones, despertarán y manifestarán su presencia.
No voy a hablar de los rechazos inducidos por el sistema, que son muchos y funcionales al proceso de distracción e idiotización global, sino de aquellos que usted y yo llevamos dentro, en el sistema operativo de la especie y que, al chocar con la moralidad adquirida, hace que debamos reprimirlos para no quedar como turros ante nosotros y ante nuestro medio. Pero que quede claro, no es una denuncia a la “maldad intrínseca del hombre”, verdadero pecado original con que la religión intenta convencernos de servirla para ser buenos, será una descripción de un reflejo primitivo adquirido bajo ciertas circunstancias y que solo será suprimido, mucho tiempo después de que hayan cambiado las condiciones sociales que lo han perpetuado en la psiquis.
Supongo que habrá sido en los tiempos de Lucy, en paz descanse, aquella Alústralo Pitecus encontrada en África y que vivió hace más o menos nueve millones de años, cuando nos dimos cuenta que tolerar a alguien distinto en la manada, traía problemas; el enfermo, el mutilado, el tonto, el anciano; eran una carga que la precaria economía de esos días, no podía afrontar; a esto, le sumamos que, para preservar la especie, la hembra protohumana, como casi todas las minas de las demás especies, solo entregaba la cicatriz al que ella consideraba el macho mas apto. Este instinto de selección generaba la sensación de rechazo, un reflejo condicionado por la costumbre de apartarse y apartar al que cayera fuera de la “norma” y va a la par de lo que mas tarde, la evolución de la especie definiera en el concepto de “belleza”. Rechazar al distinto; esa es nuestra herencia genética.
Ubiquémonos en la puerta de un boliche bailable: allí nomás, en la entrada misma, los gorilas de seguridad realizan la primera selección, porque el derecho de admisión es eso, un derecho; el que logra pasar está incluido, pero no totalmente, porque hay una pista para los simples mortales y está el salón VIP; allí solo ingresan los lindos y, según sea la jerarquía del establecimiento, algún famoso de turno. Si preguntáramos, todos, absolutamente todos condenarían la discriminación, pero tanto el negrito que se quedó afuera como el que solo pudo acceder a la pista normal, en su fuero intimo, moriría por ir al VIP, su deseo es que la exclusión los incluya.
Súbase al colectivo, solo quedan dos asientos vacíos, al lado del primero, hay sentada una persona linda, y en el segundo, una persona fea, ¿dónde se sienta?, vea una foto o un video de una persona linda sufriendo, ¿le produce la misma sensación instantánea que si esa persona fuera fea?. Vaya caminando, en una vereda hay bolivianas vendiendo limones, enfrente hay promotoras difundiendo lo que se le ocurra ¿por cual vereda pasa?, dígame con una mano en el corazón, antes de todos los buenos sentimientos que la cultura le enseñó, ¿qué siente en presencia de un discapacitado motriz, de un sordo, de un atáxico, de un tartamudo o de un ciego?.

Lo bueno es bello y lo bello es bueno, sentenciaron los griegos hace tiempo, Lombroso asociaba la fealdad con la perversión y la criminalidad, los “fenómenos” eran exhibidos en los circos, a los leprosos se los apedreaba, a los locos se los enterraba en mazmorras inmundas; todo tiene un denominador común, excluir lo que tememos, porque ese sentimiento de rechazo no es otra cosa que una expresión superficial del terror que le causa al hombre “normal” convertirse en eso y tan arraigado lo tenemos en la mollera, que aún los excluidos lo poseen, porque, aunque usted sea feo y jorobado, de poder elegir entre Angelina Jolie y la gorda Matosas ¿a quien elige?....¿eh?

1 comentario:

  1. Para ese estudio primero no hay que olvidar que somos animales y como todo animal tiene sus instintos, lo racional tiende a matar el instinto. Pero eso pasa incluso con un down, la gente admira el hijo down del otro y por dentro da gracias al universo que tiene hijos sanitos. Lo ves en facebook: "Dale un like si te parece hermoso" y la verdad no me parece hermoso, ni nada; pienso en los padres que sufren y mas ese hijo que sufre mas que todos. Y sobre los bolivianos es un problema mas politico que social y, por ende, trae la discriminación. Lo mismo que los refugiados. Cuando sepamos que somos humanos y como humano tenemos instintos, tal vez el mundo cambie.

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Pido disculpas por no agradecer sus comentarios, por motivos que desconozco, mi propio blog no me lo permite