Vistas de página en total

jueves, 8 de febrero de 2018

Julián Semionov, el arlequín del suspenso

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------
El Verbonauta, se ha tomado la irreverente atribución de modificar el título de esta excelente nota.
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------


Por Armando Almada Roche

Julián  Semionov nació en Moscú en 1931. Egresado de la facultad de estudios orientales de la Universidad Estatal de Moscú, trabajó como corresponsal de los diarios PRAVDA, La Gaceta Literaria  y de la revista Ogonek  en varios países de Asia, Europa y América.
  Autor de numerosas novelas, entre las cuales se destacan El agente diplomático, En cumplimiento del deber, No hace falta santo y seña, La alternativa, La tercera carta, May Vykhr, 17 instantes de la primavera, Bomba para el presidente, TASS está encargada a declarar, La orden a sobrevivir, y muchos guiones para cine y TV, es sin lugar a dudas, uno de los escritores más leídos de su país. Es vicepresidente de la Sociedad de Amistad  URSS-Argentina.

 A este periodista  le había dicho Julián Semionov,  en la Feria Internacional del Libro, que el pertenece a la generación de escritores  “prosa de la guerra”, que le gusta escribir novelas policiales, puesto que no es un género menor. “Mis libros cuentan episodios de la guerra de la Patria Grande, si bien en ese entonces  yo todavía era  un niño. Tolstoi y Dostoievsky eran novelistas policiales, grandes y perdurables autores”. Nada más verdadero la  afirmación  del escritor ruso, que participó en un diálogo con el público en la Sala Leopoldo Lugones, ante un numeroso público—la cola se mantuvo hasta el final del acto, esperanzados todos sus integrantes en conseguir un autógrafo—que luego el escritor  firmó con agrado.
  Julián Semionov explicó primeramente las razones de su visita a la Argentina, un país que siempre le interesó—dijo—y  que estaba ansioso por conocerlo y, fundamentalmente, conocer a Borges”.
  Le concertaron una entrevista el con el consagrado escritor argentino, “es un hombre esencialmente bilingüe” y que había “liberado a muchos otros escritores de tabúes frente a formas nuevas de expresión”, que había enseñado “nuevas triquiñuelas” y que eso es lo que “más aprecian en general los escritores de sus colegas”.
  Nos confesó: “El hombre ruso tiende hacia el idealismo y nuestra filosofía es el marxismo, que se basa en lo material. Este es uno de los principales  problemas de mi país: conciliar la actividad vital con la modalidad política”.
  Barba rubia y rala sobre un rostro de inocultable origen euroasiático, ojos pequeños que se achican hasta desaparecer cuando estalla su potente carcajada de bajo, el autor de 17 instantes de la primavera  habló de la cultura de la imagen, de Don Quijote, de Rusia y, por supuesto, de literatura.
 
  -Tenemos entendido que usted escribió mucho tiempo en la famosa revista Ogoniok, que es muy antiestalinista.

   -Ogoniok, en mi opinión, debe satisfacer la demanda social del ser humano y, a la par, mantener una posición individual independiente. Nosotros luchamos por la soberanía  y el valor  de la personalidad, contra el desprecio a lo espiritual, derivado éste de la doctrina stalinista, la cual imponía la despersonalización y la psicología del torniquete.
  El proceso de democratización que se desarrolla en la sociedad soviética facilita a cada persona el derecho de ser fiel a sí misma y, al mismo tiempo, aliarse con los demás  en aras del objetivo común. Ogoniok  se mantiene en una posición de hostigamiento al fenómeno abominable y criminal del culto a la personalidad. Recordemos que a Leonid Brezhnev le gustaba decir: “Nosotros, los soviéticos, Nosotros, los comunistas, Nosotros, como todo el pueblo soviético.

  La Enciclopedia Soviética lo define como un maestro de la novela histórico-política, su similar norteamericana lo califica como creador de ese género, pero Semionov añade que, si bien sus novelas son políticas, “también tienen que ver con problemas morales y la conciencia humana”.

  -¿La novela soviética sigue bajando línea de partido?

  -No toda. La cosa ha cambiado. Hay novelas de ese tipo pero el lector, que siempre es inteligente, no lo lee. Está superando la etapa de adoctrinamiento.

  -Al principio de la entrevista, usted nos hablaba de Don Quijote. ¿Existe una suerte de afinidad entre lo ruso y lo español?

  -No dudo en afirmarlo. ¿Por qué? Muy sencillo. Porque ambos pueblos son idealistas. Don Quijote podría ser un ruso como algunos personajes de Pío Baroja, uno de mis novelistas preferidos. El otro de mis preferidos es Miguel de Cervantes, el primer novelista, el creador de la novela. Un autor excepcional.

  -¿En su carrera de periodista siempre trabajó con libertad?

  -No siempre. Tuve algunos roces  con los personajes de la burocracia y con algunos funcionarios faltos de imaginación. Sin embargo, cintura política y literaria mediante, pude zafar y hacer mi trabajo con cierta libertad. Hay que trabajar y pelear contra esos tontos, más papistas que el papa.

  -En el mundo entero se está imponiendo la cultura de la imagen. ¿Cree que es una amenaza para la literatura?

  -Me parece que sí, algo de eso hay. Creo que la cultura de la imagen está amenazando seriamente a la literatura. Una de mis hijas, por ejemplo, apenas gateaba, apretó el botón de la TV y ahora toda la información que recibe proviene de allí y no siempre es buena. La imagen está en malas relaciones con la palabra. Pero la Biblia dice que en el principio era el Verbo. ¿Llegaremos a perder el verbo? No sé. El tiempo lo dirá.
    -¿Es verdad que en la URSS se lee mucho?

  -Le cuento. A usted le va a parecer un cuento. Por ejemplo, para acceder a las obras de Puschkin se suscribieron 11.000.000 de lectores. Como lo oye. Existe una avidez feroz por leer, que hay un mercado negro del libro, que no se puede mensurar por sus dimensiones. Algo verdaderamente increíble.

  -¿Qué escritores argentinos están traducidos al ruso?

  -Recién estábamos hablando de él. Me refiero a Borges. No hace mucho tuvo una edición de 200 mil ejemplares. Es un fenómeno. Y Cortázar, es considerado un escritor soviético. También se lo edita por miles.

  -¿Qué está escribiendo, prepara alguna nueva novela?

  -Sí; estoy terminando La combustión, un libro sobre el trienio que va del 15 al 17, y continuar con mi trabajo en la Sociedad de Amistad URSS-Argentina que se propone estrechar las relaciones científicas y culturales entre los dos países. La Argentina y la Unión Soviética tienen que seguir siendo amigos e incentivar—con más fuerza—los encuentros de escritores para que se conozcan más y mejor.


  • Julián Semionov murió  el 15 de septiembre de 1993. Esta entrevista fue hecha en Buenos Aires, un viernes 12 de abril de 1985.





No hay comentarios:

Publicar un comentario

Pido disculpas por no agradecer sus comentarios, por motivos que desconozco, mi propio blog no me lo permite