Eva Perón.
El bonapartismo con
polleras.
Por Daniel M Forte
Mucho se ha escrito sobre esta mujer. La iconografía oficial
peronista la presenta como una santa inmaculada, imagen a la que se pliega,
como era de esperar, toda esa tilinguería progre
que no deja de hacerse buches de lo nacional
y popular. Del otro lado, el gorilaje la pinta como uno de los seres más
perversos e inmorales. Unos, citan sus discursos, alaban su sensibilidad y
hasta ven en su pensamiento elementos revolucionarios. Los otros, dando rienda
suelta a toda su alergia antiobrera subrayan su autoritarismo y sus prácticas
patoteras.
Para la evaluación histórica de este personaje, deberíamos
ubicarnos en el contexto en que actuó, que intereses defendió en lo hechos,
más allá del discurso y de sus sentimientos, quienes eran sus amigos, a quien
combatió.
Es indudable que sin la aparición en la escena política del
peronismo, esta mujer no hubiera sido más que una mediocre actriz. Pero el
peronismo aparece en la historia argentina de la mano de un Coronel, que,
mandado en misión de inteligencia a la Italia de Mussolini, estudia profundamente la
experiencia Fascista, tomando de esta el concepto de colaboración de clases, postulado que ciertamente no fue invento
del Duce pero que lo supo aplicar en profundidad y del que el entonces Coronel
Perón supo tomar buena nota y sacar las debidas conclusiones. No fue casual que
siendo precisamente él, el hombre fuerte del golpe del 43, fuera a parar a
la Secretaría
de Trabajo, un puesto menor que le permitiría, por un lado, realizar la
necesaria regimentación de la clase obrera y por el otro, proyectarlo a los
primeros planos de la política nacional.

En este contexto entra en la escena política esta mujer como
una pieza clave del mecanismo. Su figura va creciendo al lado del ya General
Perón y muy tempranamente se teje a su alrededor el mito del 17 de octubre, en
donde la iconografía oficial justicialista la ubica levantando a los obreros,
cuando en realidad, según Cipriano Reyes, autentico protagonista del hecho, la
participación de Eva Perón fue prácticamente nula.
Surge la necesidad de sistematizar la limosna y llevarla a
niveles nunca vistos, a los trabajadores y sectores humildes, políticamente
atrasados, había que darles cosas concretas, y es allí que inventan la Fundación que lleva el
nombre de esta mujer en diminutivo, uno de cuyos aportantes y colaborador fue
el famoso Otto Skorzeny, ex oficial de las SS hitlerianas quien cobró notoriedad
en su momento por el rapto del Duce y su envío a Alemania. La acción corruptora
de la Fundación
le vale el ser llamada La abanderada de los humildes, y aquí
cabría la pregunta, ¿Dónde estaba esta abanderada cuando miles de luchadores
obreros eran despedidos por el régimen?, la respuesta está en su actitud
durante una de las primeras huelgas ferroviarias, fue personalmente a amenazar
a los trabajadores para que levanten el paro.

El protagonismo de esta enjoyada primera dama sigue una
constante, en lo discursivo, junto a los trabajadores, en los hechos, con los más
recalcitrantes enemigos de la clase obrera. Así, en su periplo europeo, esta abanderada de los humildes luce sus
costosos diamantes junto a Franco, un genocida fascista que la recibe con
honores de jefe de Estado mientras que en la Argentina , la Alianza Libertadora
Nacionalista, verdadera Mazorca
peronista, actúa con total impunidad llegando al asesinato de luchadores
obreros y en la Sección Especial
de Represión al Comunismo de la Policía
Federal , a cargo del Comisario Lombilla, muy allegado a ella,
se tortura con total impunidad; ¿alguna vez esta mujer se pronunció contra los
crímenes de Franco y de la ALN ?,
ciertamente no, eran sus amigos.
Muerta prematuramente, para bien del mito; su cadáver es
víctima de los más crueles vejámenes. Comienza el peronismo convirtiéndola en
momia, sigue mas tarde la Libertadora descargando su odio gorila sobre ese
cuerpo que finalmente es escondido en el exterior.
A partir de los setenta, varias generaciones de valientes,
abnegados y heroicos luchadores; jóvenes idealistas que confiaron en el
discurso del ya anciano y prófugo General que, una vez mas aplicando la frase
mussoliniana de que –soldado que huye, sirve para otra guerra -, cuando quemaron las papas, decidió huir del
campo de batalla hacia el exilio dorado en la España de Franco; levantaron la figura de esta
mujer como un icono revolucionario. La historia es conocida, muchos pagaron con
sus vidas el error de confiar en el que muy pronto se convirtió en su verdugo.
Esta generación, autodenominada peronismo revolucionario, con un análisis muy típico de la pequeña
burguesía, ve medidas revolucionarias donde no las hay y se quedan con la
cáscara, con lo accesorio, sin bucear en la esencia del problema. El planteo más
contundente que exhibían, era el episodio de la compra de armas a Bélgica por
parte de Eva, para defender a Perón y su Gobierno Popular, decían. Es que era
una época en donde las organizaciones armadas de cuño peronista estaban en
apogeo y las armas por si solas daban credencial de revolucionario, pero ¿qué
es lo que no vio este sector? Es cierto que La Eva compró esas armas, pero, ¿iba a armar a los
trabajadores?, definitivamente no. Las armas que pudieron llegar antes de ser
interceptadas por el Ejército, fueron a parar a la CGT ; la misma que en su
congreso del año 50 decide expulsar de los sindicatos a los comunistas
declarados o potenciales. Esta mujer defendería al “Gobierno Popular” armando a
los Batata o Madonna Quirós de la época. Esto, el peronismo revolucionario, condenado a ser, por sus limitaciones
ideológicas, ese elemento que se usa y se tira, nunca vio.
El voto femenino, es otro de los argumentos que presentan
los exegetas de esta mujer y que mas allá de lo objetivamente progresivo de la
medida no deja de ser una mas de las tantas mentiras peronistas. La mitología
presenta a esta medida como el resultado de la abnegada lucha personal de Eva
Perón, cuando en verdad, el derecho al voto para la mujer, era ya una tendencia
mundial y una necesidad crucial para el peronismo que vio en ella la
oportunidad de hacerse con los votos de un sector históricamente postergado y
muy atrasado políticamente. En las elecciones del 52, el peronismo ganó por el
voto masivo de la mujer.
Eva Duarte de Perón es como aquel dios griego, Janos, el
bifronte. Su accionar real la pone siempre del lado de los explotadores, pero
la mitología la presenta como una consecuente defensora de los humildes y tal
vez el mote de abanderada de ellos no sea totalmente inexacto. Fue si, la
abanderada de los humildes sumisos, sus grasitas,
como solía llamarlos, término mas
despectivo que cariñoso; aquellos que aceptaban en silencio sus migajas y la
idolatraban recibían algo del sistema, pero esos otros humildes, los que
tomaban conciencia de sus derechos y luchaban por ellos, tuvieron en esta mujer
un peligroso y consecuente enemigo. El mito de Eva Perón es eso, un mito, una
construcción de humo, una mentira Goebbeliana que tarde o temprano la historia
desenmascarará.