¿ ALGUIEN RECUERDA A VOLDEMAR DE TASSEAUX?
Daniel M Forte
16/09/13
Tocaba muy bien el laúd.
El reflejo del sol en su armadura enceguecía y era agradable
a la vista la figura de tan gallardo caballero; doncellas, y mujeres de toda
edad lo adoraban y él, hacía uso frecuente de ese poder, a algunas, simplemente
las miraba, con otras, desplegaba su erudición hablando de los griegos y todas,
todas, caían rendidas cuando pulsaba el laúd.
En su derrotero de caballero andante, mostró su destreza y
valentía seguido por su fiel escudero, de no menor belleza y gallardía.
Cuentan que en tierras de España, tuvo en suerte toparse una
tarde con quien según propias palabras, no era otra cosa que una patética
caricatura, una broma de mal gusto, un hombre al que llamarle caballero
constituía un insulto para la caballería.

Después de oír el reto, hizo un guiño a su escudero y bajó
la visera del yelmo, había sido un día aburrido y no le vendría mal un poco de
ejercicio y diversión.
Su oponente cargó para morder el polvo al instante; bastó un
golpe plano de la diestra espada de Voldemar, no iba a molestarse en cargar la
lanza para hacerlo caer con ruido a lata
vieja y blasfemias impronunciables. De un salto desmontó.
El viejo, trabajosamente se puso de pie y desenvainó la
espada; esta vez aguantó dos o tres golpes dados de forma de no desarmarlo,
porque en verdad era muy divertido jugar con él.
Por fin, la vetusta espada voló de la mano del anciano
girando zumbante por el aire y otro planazo en los glúteos, solo jugaba, no
quería lastimarlo, lo dio por tierra una vez más. Al darse vuelta, sintió un
pie oprimiéndole el pecho y un afilado acero pinchándole el cuello.
- ¡Ríndete
viejo! Voldemar De Tasseaux te ha derrotado
Dijo esto sin poder contener la risa
- Y
digo que tu dama es una pastora de cerdos
El viejo, aplastado por el pie en su pecho y con la punta de
la espada sobre su cuello, empezó a llorar de rabia.
- ¡ Jamás!,
deberás matarme porque nunca me rendiré.
- Vivirás
viejo, ¿y sabes porqué?, porque la espada de
Voldemar De Tasseaux no se manchará con tu inmunda sangre de labriego,
¡no eres digno de morir en mis manos!, no quiero que la historia, cuando narre
mis hazañas diga que una vez me ensucié matando a un pobre viejo loco. ¡Adiós!,
¡vuelve a tus ovejas y a tus cerdos!
Mucho tiempo estuvo aquel viejo
sentado en el polvo, un fino polvo que marcaba en su rostro la huella de las
lágrimas mientras su fiel escudero lo
abrazaba, como se abraza a un niño lastimado. – Es verdad-, le dijo mas luego
aquel anciano derrotado y humillado, es verdad amigo mío; la historia será para
aquellos gallardos y erguidos caballeros.
Hombres como yo, solo merecen el
olvido.
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