BREVE HISTORIA DEL CÁCTUS
DANIEL M FORTE
26/07/09
De no ser por una delgada y suave piel
rosada nada separaba sus entrañas del mundo. Crecía en ambientes cálidos y con
mucha agua, su vida transcurría feliz entre la hierba que al vaivén provocado
por el viento, acariciaba con sus hojas aquella piel agradable al tacto.
En primavera, como debe ser, florecía y
obsequiaba gustoso su polen a las abejas y así transcurría la vida, alegre y
armoniosa.
Un día, su hábitat fue invadido por extrañas criaturas que lo hallaron apetitoso.
Ellas rasgaron su piel y devoraron sus entrañas; nada las detenía, solo la
saciedad.
Entonces el cactus huyó al desierto, allí,
a salvo de sus predadores, se fabricó un pellejo amargo, duro y protegido por
filosas espinas, así preservó su existencia.
Eso si, ya nadie lo acaricia.
Su destino era ser así
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